divendres, 4 de juliol del 2014

SIGAMOS HABLANDO...



Sigamos hablando… de nuestra Semana Santa. Para un buen porcentaje de personas no toca volver departir de la misma hasta el próximo año. Pero los que la vivimos y sentimos seguimos “enganchados” a ella y no podemos eludir la tentación de comentar diferentes aspectos que afectan a su desarrollo. Uno de los temas que nos proporciona materia de deliberación y debate gira entorno a la encrucijada de la actual situación y por consiguiente a su futuro. Analizar esta cuestión supone contemplarla desde las dos clásicas perspectivas: la de media botella llena y la media botella vacía. Con independencia de los  titulares  mediáticos hay datos que nos acercan más a la última opción. Se detecta un descenso en el número de integrantes de las cofradías, en la participación de procesiones y en general en la expectación de las calles. Sin incurrir en alarma, pienso que debemos examinar y diagnosticar este escenario que, en mi opinión, obedece a un compendio de cuestiones que abarcan los siguientes aspectos:  

Dimecres Sant. Portant del Sant Crist de NPJP
Foto Daniel Pallejà
1)    Religioso
2)    Sociológico
3)    Tradicional
4)    Económico
5)    Organizativo

1.-RELIGIOSO
En las actuales circunstancias no suele ser una motivación básica. Somos conscientes de la crisis de creencias y valores religiosos en buena parte de la sociedad actual. Tampoco se percibe un conocimiento profundo de lo que es y representa la Semana Santa. Actualmente se echa en falta una especie de sedimento o poso educativo destinado a entender y conocer la Pasión de Cristo. Una  rápida encuesta a los participantes de una procesión preguntando cuál es el sentido de la misma y de la escena representada en el paso que acompañan daría resultados sorprendentes. Intuyo y me atrevería a decir de que se trata de la carencia de una base formativa, confusa o superficial. La religión ha dejado de constituir un hecho cultural y educativo para pasar al ámbito íntimo y personal.
En nuestra ciudad  la vinculación entre parroquia y cofradía roza la inexistencia por cuestiones, diría, de crecimiento urbanístico y por una desconexión del clero con la organización cofrade. Las iglesias tradicionalmente ligadas con las cofradías se han quedado con pocos feligreses o solamente hay una puntual relación en determinados momentos o circunstancias. No se percibe una cotidiana, amplia y fluida relación. Quizás el Serrallo pueda ser una singularidad.
Por otra parte las imágenes más representativas o emblemáticas de nuestra Semana Santa (Cristo de la Sangre, Soledad, Nazareno, Piedad, Ecce-Homo, Santo Sepulcro…) no son objeto devocional al no estar visibles cotidianamente nuestros templos, cosa que no ocurre en otros lugares de nuestra geografía. Las imágenes de la Cofradía del Cristo del Buen Amor pueden ser una excepción. Con esta premisa no debe extrañar la falta de arraigo sentimental o devoción a transmitir. Espero que la nueva ubicación de pasos en la iglesia de San Agustín constituya una oportunidad de conocer  nuestro patrimonio artístico además de mostrar el simbolismo religioso enseñando lo que representan las escenas de los pasos, en deseables y convenientes visitas colegiales.
Recuerdo que en el último Encuentro Nacional de Cofradías de Semana Santa celebrado en Tarragona bajo el lema “Atrio de los gentiles” se insistió mucho en la necesidad de un mayor acercamiento, formación y correspondencia entre clero, cofradías, parroquianos, devotos, simpatizantes. Esperemos que tenga eco en nuestra ciudad.

2.-SOCIOLÓGICO
En este contexto caben varios apartados:

a) El Familiar.-Los profundos cambios del actual entorno familiar no son favorables para ejercer la tradicional influencia de padres y abuelos. La complejidad y desestructuración, en algunos casos, del ambiente familiar no son caldo de cultivo para la transmisión de este tipo de tradición y religiosidad. Por esto es importante que este hilo de conexión familiar denominado vulgarmente de “abuelos a padres y estos a hijos” no se pierda fomentando el denominado arraigo familiar a la Semana Santa.

b) Incorporación de la mujer.- Fue el motor de la recuperación de los años 80 y 90. Pero hay un dato llamativo como es el descenso de afiliación a la Cofradía de la Soledad. Habría que estudiar esta circunstancia que no sé si atribuirlo a una cuestión generacional, a una coyuntura temporal o que la afiliación femenina, antes centrada a esta entidad, se ha visto diversificada a otras cofradías.
En otro sentido, la mujer, va teniendo una paulatina incorporación a los órganos de gobierno de las cofradías, pero todavía se debería apostar por su mayor peso y responsabilidad ya que la condición femenina puede introducir un impacto innovador, imaginativo, de apertura y permuta de unas estructuras tradicionalmente dominadas por hombres, cerradas e inmovilistas producto de su larga historia.

c) Entorno urbano.- Parte del crecimiento urbanístico de Tarragona se ha basado en barrios periféricos propiciando una dificultosa integración en nuestra Semana Santa centrada en actos desarrollados en las principales calles de la ciudad antigua. Las cofradías están asentadas en entornos de la Tarragona de antes. Para quienes viven en el extrarradio del casco urbano tradicional les debe resultar peliagudo acudir a los principales actos y verse involucrados en los mismos. La integración de este tipo de población la considera una ardua misión a no ser que exista una previa conexión familiar. 

Portants del pas de l'Oració a l'Hort. Foto Daniel Pallejà
d)  Juventud.- Meollo de la cuestión ya que, en estos momentos, su participación está enfocada, principalmente, a las bandas de percusión o como portantes, siendo más extraño encontrarlos en las filas o en las cúpulas de la organización cofrade. Quizás sea consecuencia  de los factores descritos anteriormente.
Reconozco la existencia una parte de gente joven integrada y comprometida pero parece que no hay demasiado buena  sintonía y conocimiento de lo que es y representa la Semana Santa. En ocasiones emerge la juvenil tendencia a “pasarlo bien” poco compatible con una procesión. También aparecen las clásicas divergencias de objetivos y funciones. A esto solamente le veo una solución pedagógica: hablar y explicar bien las cosas sin llegar al enfrentamiento personal o generacional.
Reconozco una dura competencia. La juventud tiene una gran oferta de alternativas de ocio, viajes y otras tradiciones más divertidas. Los actos de la Semana Santa no les propician una especial atracción. Incluso empieza a ser difícil reclutar portantes de pasos entre esta fracción de población dadas las exigencias de sacrificio que significa. Surge la pregunta del millón: ¿Cómo afrontar esto?
Quizás convendría abrir las puertas para saber conocer sus inquietudes posibilitando una mayor confianza mutua. En definitiva, entenderse. Es un problema de comunicación y persuasión. Pero también pueda que estemos ante una falta de un profundo y amplio sentimiento “semanasantero” del que voy a describir a continuación.

Aspirant de la Congregació de la Mare de Déu de la Soledat
Foto Daniel Pallejà
3.-TRADICION
Los años ochenta y noventa por cuestiones sociales, políticas, ideológicas o costumbristas tuvo lugar un significativo empujón a la Semana Santa. Hubo una generación de hombres y mujeres que se pusieron las pilas. Pero actualmente parece haber tocado techo y se aprecia una menor participación. Las afinidades tradicionales y populares se orientan hacia otras ofertas más atractivas o lúdicas como castells, fiesta de Santa Tecla, carnaval. Parece ser que las costumbres religiosas no seducen tanto. Aquí nos encontramos con la debilidad de un arraigo social de nuestra Semana Santa.
La transmisión de las tradiciones es una cuestión tanto institucional como social y familiar. Lo que estoy viendo, desde una opinión muy personal, es una sociedad tarraconense que, en parte, participa o presencia los actos de la Semana Santa pero con una cierta expectación carente de entusiasmo, con puntual interés en ocasiones, días o meses. Pero existe otra fracción de ciudadanía que pasa de todo ello. Dicho en otras palabras noto a faltar la pasión y la sensibilidad que observo en otros lugares en donde desde el Bar de la esquina (profusión de cartelería, estampas, fotografías, imágenes, calendarios, recuerdos) hasta la iglesia parroquial se “huele” ambiente cofrade o de Semana Santa. A esto se le llama, en algunos sitios, sentimiento. ¿Cuestión de carácter o de idiosincrasia? Puede ser.

4.-ECONOMICO
La actual crisis económica, acusada en el ámbito familiar, puede representar otro factor determinante para justificar la no afiliación a una cofradía. Personalmente me parece un extremo demasiado exagerado considerando que las cuotas a pagar, incluyendo alquiler de vesta, no sobrepasan, en general, los 30/50  euros anuales. Acepto que para la prioridad de una familia ocupe un lugar menos trascendente respecto a otros dispendios considerados más atractivos o seductores. Imagino que, para algunos, esto supone un escalón inferior a la consumición de unas cuantas cervezas o copas en las fiestas de Santa Tecla, por ejemplo. Estamos ante un síntoma de falta de implicación de una sociedad en general sin dudar de la buena voluntad, dedicación y esfuerzo de un determinado grupo de personas.

Banda Infantil de la RGJN. Foto Daniel Pallejà
5.-ORGANIZATIVO
El desarrollo de la procesión del Santo Entierro, nuestro principal acto, no invita demasiado a la participación ni a la presencia de espectadores. Pero de esto es un tema monográfico para tratarlo en otra ocasión.
La comunicación y el proselitismo no es punto fuerte de nuestras cofradías. Surge la duda de si las organizaciones cofrades tienen un objetivo o espíritu de movilización, divulgación y reclutamiento más allá de lo estrictamente formal o de un “boca a boca” un tanto personal, íntimo y familiar.
En las actuales circunstancias hace falta algo más. Hay que saber vender el valor de nuestra Semana Santa en los ámbitos histórico, cultural,  artístico, tradicional y religioso. No digo que campañas de publicidad ni cosas parecidas, pero si actos menos institucionales y más de cara a la calle (populistas dirían algunos). Además de los  encuentros de bandas podrían darse jornadas de puertas abiertas, visitas guiadas para los escolares a los lugares donde se albergan los pasos, diferentes tipos de charlas o conferencias desde el punto de vista histórico, pasando por la visión artística patrimonial (hablando de los pasos y sus autores en concreto) hasta llegar a la técnica y las medidas a tener en cuenta para llevar un paso desde la perspectiva de una buena preparación físico-sanitario, etc. ¿Quién puede hacer esto?. Creo que, quizás con cierta inocencia, en el colectivo de cofrades pueden salir voluntarios (por ejemplo jubilados) para realizar esta labor.

Con los anteriores comentarios  pretendo, además de realizar un apretado análisis de nuestra Semana Santa, que sigamos hablando de la misma sin esperar abrir el debate  hasta dentro de unos meses. Por esto invito a quienes me lean a que den su opinión.