divendres, 19 de febrer del 2016

SEMANA SANTA 2016



Desde la distancia percibo, un año más, el latir de la Semana Santa tarraconense. Algo que para quienes estamos lejos nos transmite una cierto sentimiento y emoción no exenta de interés y nostalgia.
Me llegan noticias de  tres novedades para este año. Una, es el  cambio en el proceso de la recogida de pasos y su llegada a la plaça del Rei con el propósito de facilitar una mayor fluidez a la misma. La medida beneficia a los participantes (principalmente portantes) y espectadores a los que se les ahorra una espera innecesaria. Además se les ofrece el valor añadido de poder estar en la plaza del Rey un mayor tiempo contemplando los pasos y viviendo los momentos previos a la salida de la procesión del Santo Entierro. Son instantes que los tarraconenses no le damos la debida importancia. En cambio a los visitantes les impresiona el marco y el entorno de la citada plaza, el comprobar de cerca el valor estético de los pasos, el movimiento y expectación de gentes, el ambiente familiar de abuelos, padres y nietos preparándose para la salida y  los diferentes rituales que preceden al inicio de la citada procesión.

Jesús Natzarè. Foto: Dani Pallejà
La segunda novedad es el cambio de fecha del Pregón de la Semana Santa. Cosa lógica y normal que se da en la mayor parte de poblaciones. Aquí también aparece otro valor añadido aligerando de actos un Domingo de Ramos muy denso. Bendición de palmas. Oficio en la catedral. Procesión de la borriquita. Via Crucis de la Sang. De todas maneras no estaría mal pensar y estudiar dos alternativas.
Por una parte darle mayor empaque escénico y contenido al acto del propio Pregón. No solamente con la búsqueda del renombre del presentador. Sería una buena medida el acompañamiento de un concierto de marchas procesionales de evidente atractivo para el público en general. Tampoco estaría mal  la presencia de los pendones de las diferentes cofradías en el escenario del acto. Le daría mayor identificación y empaque al mismo.
Por otra, trasladar la procesión de la “borriquita” a la mañana del Domingo de Ramos enlazándola con  la bendición. El citado paso podría salir de Sant Joan y el transcurso del trayecto hasta la llegada a la catedral recoger e incorporar las familias con los niños que acuden a Les Coques. Participar en la corta procesión hasta la puerta de la Seo y luego regresar, después del oficio, hasta la iglesia de San Agustín. La tarde quedaría para un mayor protagonismo y participación al Via Crucis de la Sang.
Finalmente existe la novedad de una procesión organizada por la Cofradía del Cristo de Buen Amor por la parte baja de la ciudad. Puede constituir una oportunidad de ofrecer una “descentralización” urbana de eventos semanasanteros abriéndolo a otros ámbitos ciudadanos menos habituales dando la posibilidad a unos cofrades a desfilar con su paso titular. Esperemos que  tenga una buena acogida.
Todo lo anterior es una muestra de la permanente revitalización de nuestra Semana Santa. Cosa siempre necesaria. Pero no olvidemos la existencia de otros importantes retos todavía pendientes comentados en otras ocasiones. Uno de ellos es la de darle otro aire a nuestro principal acto: la procesión del Santo Entierro. Una especie de asignatura pendiente. Es evidente la problemática de la misma y de su paulatina decadencia tanto en expectación como participación. La expresiones “lenta”, “pesada”, “largas paradas”, “cortes”, “difícil de presenciar en toda su integridad”, “trayectos vacíos”, “frialdad ambiental”, suelen ser las calificaciones habituales en opinión de una mayoría de personas. Solución complicada al confluir diferentes cuestiones. Unas de tipo estructural, como la peculiaridad de algunas calles del recorrido, itinerario excesivo, pasos llevados a hombros, la entrada a la plaça del Rei, horario adecuado, accesibilidad… Otros de tipo personal como la actitud, colaboración o el comportamiento de organizadores, congregantes, directivas de las cofradías, armats, portans, bandas, participantes y espectadores en general. Como se puede  comprobar los aspectos a considerar son amplios y complejos cuya solución no proviene de la acción de una barita mágica sino de unos consensos y paulatinas decisiones o probaturas.
Plaça del Rei. Foto Dani Pallejà
Todo lo anterior demuestra que nuestra Semana Santa esta activa y viva.  Como tal presenta diferentes y variados frentes abiertos: promoción y comunicación mediática, idoneidad musical, alternativas económicas, relaciones entre cofradías y la Asociación, búsqueda de una mayor integración de la sociedad tarraconense, calendario y solapamiento de actos, colaboración institucional, etc. Tampoco hay soluciones fáciles pero se puede ir marcando prioridades eligiendo los eslabones a superar sucesivamente.
Lo importante es que sigamos enamorados y apasionados por la Semana Santa de Tarragona asistiendo con espíritu positivo, buena voluntad, interés, perseverancia, afecto y cariño a uno de los principales acontecimientos de la ciudad, no suficientemente valorado, en sus vertientes de carácter sentimental, religioso y tradicional. Finalmente, y no es banal deseo, espero que la climatología nos acompañe y no sea motivo de inquietud y preocupación.